Situación Real (1): "Hogar"
Los cinco volvimos de la disco y dejamos el departamento por la mañana luego de discutir con el dueño que finalmente accedió a guardarnos el equipaje por un día. Los pasajes eran para las 8 de la mañana siguiente, nos quedaban aun 24 horas en la ciudad. Caminamos por la avenida principal hacia el centro y luego de media hora comenzó a llover copiosamente.
Decidimos entrar a un bar cercano. Sin embargo no teníamos demasiado dinero, asi que pedimos un café (para los 5) y nos quedamos allí un par de horas. Repetimos la operación en varios locales desde el almuerzo hasta las 19, pero Marcos, que en ese momento tenía fiebre nos manifestó su interés inamovible por encontrar un lugar fijo donde descansar. Como nos hallábamos frente a un local de videojuegos, cruzó ofuscado la calle y se quedó dormido por un tiempo en uno de esos asientos que simulan ser un auto de carrera, hasta que el guardia de seguridad del lugar lo invitó a retirarse.
Afortunadamente ya era hora de cenar y se jugaba la final del Abierto de Tenis de Australia, asi que con el poco dinero que aún nos quedaba ingresamos(todos los en ese momento apasionados tenistas amateur, algunos más amateur que otros)en un restaurant que contaba con pantalla gigante donde, dada la extensión del encuentro(y de las supremas de pollo a caballo que ordenamos) estuvimos hasta la madrugada.
Difícil saber cuanto pudimos ver del partido, llevando ya cuarenta horas sin dormir. El reloj daba las 2am y seguía lloviendo claro está. Fue en ese momento cuando Marcelo, el RRPP del grupo, recordó que podíamos entrar gratis a un pub, en cuyo segundo piso había varios de esa mezcla de sillón con almohadón gigante que en Balvanera se vende como "fiaca". Hacia allá caminamos y nos mantuvimos despiertos por turnos(la música a alto volumen ayudaba, a algunos también las mujeres a pesar de nuestra demacrada apariencia en aquel momento) hasta que se hizo la hora de ir a la estación.
Situación Ficcional (2): "Nostalgia"
Un hombre viejo y panzón, de unos 65 años, mira la televisión en su living, sentado en un sillón color gris. Lleva puesto un pulóver del mismo color no tiene pantalones ni zapatos, sólo boxer y medias. A su lado hay una mesita de luz, y sobre se encuentran un vaso de whisky vacío, un portarretrato que contiene una foto blanco y negro de un joven marinero y un llavero con forma de ancla. En la televisión se transmite un film de un color extraño, parecido al sepia: Querelle, de Fassbinder. El viejo se levanta de su sillón y camina con su mano izquierda en la barbilla, pensativo, alrededor del aparato de tv por largos instantes. Lo apaga y sale raudo del living hacia su cuarto. Allí está su ropa sobre la cama y en un rincón hay una bolsa de arpillera sucia, con manchas color ocre. La bolsa tiene una inscripción semitapada por la tierra. El viejo pasa la mano sobre el cartel: "Capitán Darío Martinelli". Se pone apurado su pantalón y sus zapatos y toma la bolsa. Infla el pecho y con su bolsa al hombro sale de la habitación. Baja las escaleras que conducen al hall de entrada y sale de la casa.
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